Añadir azafrán a las comidas potencia el aroma de cada plato y, además, aporta beneficios a nuestra salud. Estos beneficios los puedes consultar en la guía de Aldonza pero, en este artículo, damos un paso más. Viajamos al pasado para contarte que desde la Edad Media el azafrán ya se utilizaba como fármaco. Esta especia, cultivada en su mayoría en Castilla La Mancha (España), estimula nuestro cerebro y se convierte en una excelente medicina contra la depresión y el Alzhéimer.
La Mancha, tierra de azafrán
El terreno es clave en el cultivo del azafrán. La versión más extendida del significado etimológico de La Mancha es ‘Tierra sin agua’. Éste es el nombre que los árabes dieron a la comarca que comprende buena parte de las actuales provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo. Un territorio plagado de parajes rasos y áridos que se acentúan en su crudeza con la llegada del otoño.
Por fortuna, septiembre concede a los habitantes de esta parte de la Península una pequeña tregua con un espectáculo que tiene en el color púrpura a su principal protagonista: campos plagados de flores de azafrán. El azafrán Aldonza se cultiva en una de las zonas más privilegiadas de La Mancha. Al Noroeste de Albacete, en la Finca Dehesas de Navamarín, florece entre un milenario sabinar el Azafrán Aldonza, con Denominación de Origen Protegida La Mancha, mundialmente conocida.
El azafrán, un fármaco con historia
Nos remontamos hasta la Edad Media. En esa época, el azafrán se utilizaba como cura contra la melancolía o como estimulante para facilitar actividades como el canto. No es extraño, por tanto, que la comunidad científica se haya empezado a interesar en los últimos años por los efectos que esta especia provoca en los estados de ánimo.
Pat Willard, autora de ‘Secrets of Saffron’, asegura que el azafrán tiene una larga historia como fármaco en Europa. En su libro también detalla que principalmente se empleaba contra la melancolía. Se tomaba a través de una especie de pequeñas píldoras en las que se mezclaban los estigmas con melaza, generando un equivalente de lo que hoy sería una dosis de Prozac.
Según relata Gonzalo De Diego Lamos en el diario ‘El Confidencial’, hace algo más de 20 años, el musicólogo especializado en estudios medievales de la Arizona State University, Volker Schier, descubrió una colección de cartas inéditas de Katarina Lemmel, mujer de negocios del siglo XV cuya familia comerciaba, entre otras cosas, con la especia. En un determinado momento de su vida, Lemmel prefirió dejar su ocupación para convertirse en monja, ingresando en un convento de la Orden Brigidina en la región alemana de Baviera.
Por las misivas que enviaba a su primo Hans, sabemos que llegaba a pedir a sus parientes una media de hasta un kilo de azafrán al año, una cantidad ingente para una congregación de apenas 50 hermanas. En el mercado actual, tales proporciones de la variedad manchega podrían llegar a costar cerca de 10.000 euros. ¿Qué sentido había detrás de tales encargos? Schier explica que en esta época las monjas no cantaban ni rezaban por su salvación, ni mucho menos por el placer de llevar a cabo esta actividad. Dichas ocupaciones constituían su profesión auténtica de cara a sus donantes, a los enfermos y a la sociedad. Lemmel defendía que tomar una pizca de azafrán les ayudaba a cantar durante más tiempo conun vigor y una intensidad aún más acentuados. Si, como el rey Midas, la especia convierte en oro todo lo que toca, algo parecido debía de ocurrir con las voces de estas religiosas.
Propiedades antidepresivas del azafrán
Después de repasar los principales puntos de la historia que demuestran el uso del azafrán como fármaco, respondemos a una pregunta que seguro te estás planteando: ¿qué tiene el azafrán exactamente para provocar cambios en nuestro estado? La clave parece estar en tres compuestos: la crocina, la crocetina y el safranal, responsables también de su color y de su sabor.
Podemos leer también en texto de Lamos en ‘El Confidencial’ que Adrian Lopresti, psicólogo clínico e investigador de la Murdoch University de Australia, se ha dedicado a recopilar toda la información publicada hasta ahora en los cerca de 12 estudios que analizan las propiedades antidepresivas de la especia. Según el experto, todos ellos son bastante positivos en sus resultados, subrayando un dato particularmente relevante: la generalizada carencia de efectos secundarios, siempre que, por supuesto, no se sobrepasen las dosis máximas (unos cinco gramos diarios). Aunque todavía no se conoce exactamente cómo actúa el azafrán sobre nuestro cerebro, Lopresti asevera que se siente “bastante seguro como para recomendarlos como antidepresivo en aquellas personas que sean reacias a tomar fármacos”.
El azafrán, contra el Alzhéimer
La segunda línea de investigaciónactual examina los efectos del azafrán en el sistema nervioso para mejorar los síntomas en aquellos pacientes afectados por el Alzhéimer.
En un estudio efectuado con el método de doble ciego, se evaluaron los resultados de la ingesta de 15 miligramos de extracto de los estigmas, observándose la mejora en las funciones cognitivas de los enfermos que tomaban la dosis, en comparación con aquellos a los que solo se les suministraba un placebo. En una segunda investigación, se comparó la ingesta de las mismas cantidades durante 22 semanas en afectados con un estado de la enfermedad entre leve y moderada, frente a otros pacientes que tomaban 10 miligramos al día de donepezilo. Las puntuaciones de sendos grupos en la escala de evaluación de la enfermedad de Alzhéimer fueron sorprendentemente similares.
Para concluir nuestros artículos, en el que explicamos los efectos que el azafrán tiene sobre nuestro celebro, os recomendamos el libro ‘Recetas para el recuerdo‘. Se trata de una obra española que rescata la memoria de enferoms de Alzheimer a través de un hecho tan instintivo y entrañable como la cocina y el empleo del azafrán. El volumen cuenta con la colaboración del cocinero con estrella Michelin Yayo Daporta y es una magnífica oportunidad para incorporar la especia en nuestra mesa.
En este artículo, te contamos los efectos afrodisiacos del azafrán.