El carácter sagrado del vino en el Antiguo Egipto
El magnetismo del vino
La milenaria cultura egipcia fue una de las primeras en rendirse ante la atracción del vino. Evidencias arqueológicas confirman que ya se cultivaba la vid en el tercer milenio antes de Cristo.
El vino estaba considerado un producto de lujo y su consumo estaba reservado a las élites. El pueblo llano solo lo bebía en las grandes fiestas.
Adicionalmente, se empleaba en la elaboración de medicamentos y como obsequio a los dioses durante las ceremonias religiosas, además de desempeñar un papel en los rituales funerarios.
Los gobernantes egipcios, como los faraones, incluían vino en sus tumbas con la intención de disfrutarlo en su vida después de la muerte. En el anexo de la tumba de Tutankamón se descubrieron aproximadamente 23 ánforas de vino, mientras que otras tres rodeaban el cuerpo momificado del rey en la cámara sepulcral. Estos hallazgos sugieren que estas ofrendas de vino tenían como propósito asistir al joven faraón en su renacimiento futuro.
Dentro de las ánforas se guardaba vino de variedades como tinto, blanco y shedeh, este último con un proceso de elaboración único. Cada una de ellas presentaba detalles grabados sobre el vino, como el año de cosecha, el tipo de producto (sin mencionar el color), la calidad, la región de origen, la propiedad y el elaborador.
Origen de su carácter sagrado
En el Antiguo Egipto, el vino era considerado de carácter sagrado debido a su profunda conexión con la mitología y las creencias religiosas de la época.
La figura central en esta asociación era Osiris, el dios de los muertos y la agricultura. La narrativa mitológica relataba que Osiris moría simbólicamente con la llegada de la estación seca, pero experimentaba un renacimiento espiritual y físico con cada crecida anual del río Nilo, un fenómeno vital para la fertilidad y la prosperidad agrícola.
Dado que el vino estaba intrínsecamente vinculado a la agricultura y al ciclo de vida representado por Osiris, se le confería un estatus sagrado. El vino era considerado un regalo divino, una manifestación terrenal de la conexión entre el mundo de los dioses y el de los humanos.
Por otro lado, cuenta la leyenda que Sekhmet, la diosa leona de la guerra y la sanación, inició una feroz venganza contra los mortales que solo se aplacó con la dulce embriaguez del vino… desde entonces, la honraron una vez al año consumiendo grandes cantidades de aquella arrebatadora bebida que salvó a la humanidad.